22/2/09

Robinson Crusoe

Las aventura de Robinson Crusoe
Daniel Defoe

Esta novela, para ser comentada, debe tenerse en cuenta en la época en la que fue escrita y el lugar, 1719, Inglaterra. En esa época el colonialismo europeo se encontraba en pleno auge, las luchas entre Francia, España, Portugal e Inglaterra son tema de todos los días, hay una gran expectativa por las riquezas provenientes de América y de África, subyace en el hombre común europeo la idea de aprovechar el momento y la situación de esos miles de ignorantes, de los cuales ellos se pueden servir a su gusto.
Cabe destacar que fue escrita por Defoe cuando contaba con cincuenta y nueve años de edad, que tenía gusto por la vida cortesana a la cual ya no pertenecía y que requería solventar los imperativos económicos que lo rodeaban. Habría de fallecer tan solo doce años después.
Nuestro autor tiene una narrativa fluida, ligera, puntual, de tal forma que el lector no precisaba ser una persona con grandes conocimientos para comprender el sentido de la novela. Va tejiendo paso a paso las situaciones en las que el protagonista se ve inmerso, que aunque a primera vista pareciera muy desventajosa, por otra parte se encarga de proveerle previamente de muchas cosas que harán posible su estadía en la isla.
La idea de que el protagonista de la historia sea un náufrago seguramente no fue muy original que digamos, pues toda Europa se encontraba en medio de frenéticos esfuerzos por comerciar por todos los rincones del mundo conocido y desconocido, obviamente, mucha actividad náutica conlleva una importante cantidad de accidentes, que en su gran mayoría eran grandes catástrofes, sin contar los ataques directos por parte de piratas o de países que entablaban una guerra. Es así que muchas de las historias contadas por los mismos marineros tendrán este marco de referencia, claro, en los relatos de otros se decía que el naufrago podía haberse quedado muy bien acompañado en la isla, de tal suerte, que se convertía en una especie de enorme fortuna, en lugar de maldición. Esta misma idea se irá replanteando una y otra vez a lo largo de literatura, incluso ahora en la gran pantalla, en películas como “el naufrago” y “la isla”, incluso hubo quienes aprovecharon esa idea de un naufragio para colocar en una isla desierta a un grupo de niños quienes repetirán todo lo que entienden por sociedad, hasta sus últimas consecuencias en la obra “el señor de las moscas”. (No olvidemos mencionar la serie televisiva “lost”).
El punto que más me admira de la situación del personaje es aquello que tiene que ver con la necesidad imperiosa de repetir lo que se conoce. Vamos, una persona puede vivir perfectamente sin comer pan, sin embargo, como el tiene toda la capacidad, el conocimiento básico y por supuesto el tiempo de sobra, puede dedicarse años, si años a sembrar, cosechar, moler, crear el horno, hacer la masa, la levadura, cocer el pan y comérselo. Obviamente no es en lo primero que piensa, siempre, los occidentales requerimos, a donde sea que lleguemos, un lugar donde quedarnos, él que tenía la oportunidad de imaginar otra cosa, construye no una sino dos viviendas, con sus respectivas características. Una vez resuelto el tener un lugar desde donde defenderse (¿de quién?) y uno donde vivir va reproduciendo la vida que conoce, que le gusta, que, podríamos atrevernos a decir, de disfruta.
Está casi por demás decir que el se adueña de la isla, sin lugar a dudas, puesto que no hay nadie, por lo tanto a nadie pertenecen mas que a él, que recién viene llegando, aún después de que encuentra “personas” que llegan a la isla a efectuar una especie de ritual, a pesar de ello y de que además interfiere en las leyes y costumbres de un pueblo, para él la isla le pertenece y, por supuesto todo lo que hay en ella.
Los seres humanos somos extraños, no cabe duda, pero por encima de eso, somos seres sociales y a menudo se han realizado increíbles proezas por parte de alguien que está en el dilema de enfrentarse a situaciones límite para poder sobrevivir y lo logran. Sobreviven e incluso afirman salir fortalecidos y dispuestos a alcanzar mayores metas.
A manera de conclusión podemos afirmar que Defoe nos legó una novela accesible, entretenida, imaginativa y completa, en la que la reflexión es constante sin ser tediosa. Pero lo que refleja mejor es esa parte de la naturaleza humana en la que nos decidimos a seguir adelante, a pesar de todo lo que esté en nuestra contra, la inagotable voluntad, que nos ha llevado a ser lo que somos, para bien o para mal.

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